El diagnóstico precoz de la DMAE podría suponer el freno a la
ceguera
El envejecimiento de la población y el desconocimiento
generalizado de la enfermedad por parte de la población son algunos de los
condicionantes que explicaría que en el año 2020 se prevea que hasta 7,5
millones de personas de más de 65 años en todo el mundo puedan sufrir una
pérdida de visión como consecuencia de esta enfermedad.
Con motivo de la celebración de la Semana Internacional de la
Degeneración Macular Asociada a la Edad (DMAE), desde el Instituto
Oftalmológico Gómez-Ulla se quiere incidir en que el tratamiento dirigido a la
DMAE es mucho más efectivo en los estados iniciales de la enfermedad, por lo
que es fundamental su diagnóstico precoz. "La detección precoz de esta
patología ocular, a través de revisiones periódicas del fondo del ojo, es de
vital importancia para evitar la ceguera del paciente. En especial en aquellos
colectivos de mayor riesgo: personas de más de 60 años, con antecedentes
familiares, con el iris de color claro, con hipertensión o
hipercolesterolemia, fumadores o que, por su trabajo, están expuestos a la luz
solar de manera excesiva”.
Esta afección ocular es la principal causa de ceguera en
personas de más de 60 años en países desarrollados, afectando a 40.000 personas
en Galicia y a un total de 700.000 en toda España. “Se prevé que hacia el año
2020 hasta 7,5 millones de personas de más de 65 años en todo el mundo podrían
sufrir una pérdida de visión como consecuencia de la DMAE” afirma Francisco
Gómez-Ulla. Los motivos, el progresivo envejecimiento de la población y el
desconocimiento generalizado de esta enfermedad por parte de la población que
hace que el paciente asocie la pérdida de visión con la aparición de cataratas
o de presbicia.
Quienes sufren DMAE ven una mancha oscura en el centro de la
visión, pérdida de agudeza visual, ven curvadas las líneas rectas, la ausencia
de algunas letras y palabras durante la lectura y les resulta imposible
distinguir correctamente los detalles de los objetos pequeños como las teclas
de un teléfono.
En la actualidad hay activos tres ensayos clínicos de nuevos tratamientos
que buscan frenar o mejorar la DMAE. Uno de ellos está centrado en el retraso o
freno de la DMAE seca, a través del primer fármaco para esta afección, el
lampalizumab, ya que en la actualidad no es posible que un paciente con esta
tipología de DMAE recupere la visión perdida. Los otros dos ensayos están
focalizados en la DMAE húmeda para intentar mejorar los tratamientos ya
existentes.
El tratamiento actual de la DMAE consiste en la inyección
repetida de fármacos en el interior del ojo. Cuando la enfermedad ya no tiene
tratamiento por estar en etapas muy avanzadas, el paciente deberá recurrir a
las Ayudas de Baja Visión. “Con las Ayudas de Baja Visión, se busca potenciar
la visión residual para mejorar la calidad de la vida diaria de los pacientes y
muchas de sus actividades. Hay filtros y también ayudas de baja visión bien
ópticas o electrónicas para trabajos de cerca como microscopios, lupas de
soporte y lupas portátiles que aumentan el tamaño de objetos próximos,
permitiendo realizar actividades como leer, escribir, o coser. También existen
ayudas para ver de lejos como telescopio manual fijo o móvil que permiten
aumentar el tamaño de los objetos lejanos para realizar actividades como ver la
televisión, señalizaciones y otras tareas a diferentes distancias”.
La DMAE es una enfermedad que con frecuencia afecta a los dos
ojos aunque no inicialmente. Para su diagnóstico hay que medir la agudeza
visual; utilizar la rejilla de Amsler (prueba que permite detectar los primeros
síntomas); explorar el fondo del ojo tras dilatar la pupila y hacer exámenes
complementarios como la realización de pruebas de imagen como el análisis del
espesor de la retina con OCT o la angiografía.
La DMAE puede presentarse de dos formas: seca o húmeda. Mientras
la DMAE seca es la más frecuente y la menos invasiva, aunque puede producir una
disminución progresiva e irreversible de la visión a lo largo de los años; la
DMAE húmeda, es la más agresiva por la aparición de vasos anómalos que provocan
una progresión rápida con pérdida de visión en la mayoría de los casos si no se
trata a tiempo.
De todos los medios diagnósticos de que disponemos en la actualidad, son la OCT y una simple rejilla de Amsler, los que necesitamos para detectar con prontitud una DMAE.
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