En los países desarrollados, la
degeneración de la mácula (retina), ligada a la edad, es la principal causa de
ceguera en las personas de más de 50 años. Para prevenir su aparición, se ha
estudiado el posible papel beneficioso de la dieta, especialmente las
vitaminas E y C, el retinol y los carotenoides luteína y zeaxantina, así como
los ácidos grasos Omega-3.
La visión.
El ojo es el órgano responsable de la visión, la luz
penetra a través de la córnea y el cristalino se encarga de enfocarla sobre
la retina, donde se encuentran las células especializadas (conos y bastones)
capaces de transformar la energía luminosa en gradiente eléctrico para
transmitir la imagen recibida al encéfalo, a través del nervio óptico.
La OMS define la ceguera como: “una agudeza visual de
presentación inferior a 3/60, o una pérdida del campo visual a menos de 10o,
en el mejor ojo, con la corrección disponible. Por discapacidad visual grave
se entiende una agudeza visual de entre menos de 6/60 y 3/60, y por
discapacidad visual moderada, una agudeza visual de menos de 6/18 a 6/60”.
La discapacidad visual en
aumento.
Según estimaciones de la OMS, en el mundo
existen 314 millones de personas que sufren discapacidad visual, debido
fundamentalmente a enfermedades oculares o a trastornos de refracción no
corregidos (miopía, hipermetropía, astigmatismo). Padecen ceguera 45
millones y sus causas principales son: cataratas, errores de refracción no
corregidos, glaucoma, degeneración macular asociada a la edad (DMAE),
retinopatía diabética, tracoma, afecciones oculares infantiles y
oncocercosis.
Lo cierto es que las alteraciones oculares no
transmisibles relacionadas con la edad (cataratas, glaucoma y retinopatía
diabética) están en aumento. Precisamente, las cataratas vinculadas a la edad
son la causa más frecuente de ceguera en el mundo. Esta patología se produce
debido a la opacidad del cristalino, que es un disco biconvexo transparente y
flexible, situado en el interior del ojo, cuya acomodación a las señales
luminosas emitidas por los objetos le permite transmitir la luz hacia la
retina. Los cambios producidos en el cristalino (particularmente
la desnaturalización de sus proteínas por oxidación) son los responsable de
la aparición de las cataratas.
En la DMAE se produce una pérdida de visión central
debido a cambios degenerativos de la mácula lútea que rodea a la fóvea
central de la retina, que es la zona encargada de la visión central y la
agudeza visual. La retina es una zona con alta actividad
metabólica y elevada vascularización implicada en los procesos de
fotorrecepción. En la fotorrecepción interviene la rodopsina, que es un
pigmento fotosensible compuesto por una proteína y por retineno (aldehído de la
vitamina A).
En los países desarrollados, la DMAE es la principal
causa de ceguera en las personas de más de 50 años. Cada año hay 26.000
nuevos casos de DMAE en España, siendo el glaucoma (12,3%), la DMAE
(8,7%) y la retinopatía diabética (4,8%) las principales causas de pérdida de
visión en las personas mayores en nuestro país.
Además del envejecimiento, hay otros factores de riesgo
para padecer DMAE:
- Antecedentes familiares
- Sexo femenino
- Etnia caucásica
- Ojos claros
- Padecer hipertensión arterial y/o hiperlipidemias
- Fumar
- Excesiva exposición a la luz solar
- Una dieta con escaso aporte de antioxidantes y
luteína.
Los antioxidantes y la salud
ocular.
En cuanto al posible papel beneficioso de la dieta en
relación con la salud ocular, se han estudiado las vitaminas E y C,
el retinol y los carotenoides luteína y zeaxantina, así como los ácidos
grasos Omega-3. En la Tabla 1 se señalan algunos alimentos que son fuente
de estos antioxidantes:
Vitamina A. Como ya se ha mencionado,
la vitamina A (retinol) forma parte de la rodopsina. Los conos y bastones
captan el retinol unido a su proteína transportadora en el plasma (RBP) y lo
transforman en la forma activa 11-cis-retinal. La deficiencia de vitamina A causa
metalopía (“ceguera nocturna”) y úlceras en la córnea por alteración del
epitelio.
Omega-3. La membrana celular de los conos y bastones es muy rica
en DHA (ácido docosahexaenoico), un ácido graso poliinsaturado
perteneciente a la familia de los omega 3. Su alta concentración aumenta la
fluidez de las membranas y facilita el intercambio entre el medio externo y
el interno. Precisamente, al tratarse de un ácido graso con alta insaturación
hace que aumente la susceptibilidad de la retina al estrés oxidativo.
Vitamina E. La actividad antioxidante de la vitamina E impide la
peroxidación lipídica de las membranas y juega un importante papel en la
protección del epitelio pigmentario de la retina. El ácido ascórbico
(vitamina C) y los carotenoides actúan sinérgicamente con la vitamina E
permitiendo su regeneración después de ser oxidada por las especies reactivas
de oxígeno originadas en el metabolismo retiniano.
Carotenoides. La luteína y zeaxantina son xantofilas, pigmentos
vegetales de la familia de los carotenoides. Se encuentran en la mácula lútea
de la retina donde tienen actividad antioxidante. Nuestro organismo no puede
sintetizarlos, por lo que tienen que ser aportados por los alimentos. La
dieta y la edad influyen en la concentración de estos carotenoides en la
mácula.
La importancia de la dieta en la
aparición de la DMAE y las cataratas.
Es sobradamente conocido que los hábitos de vida y la
dieta son decisivos en el mantenimiento de la salud. En el caso de las
enfermedades oculares relacionadas con la edad, también se ha destacado la
relación entre la dieta y la aparición y progresión de estas patologías.
Numerosos estudios han valorado la importancia de la
dieta, entre ellos uno de cohortes prospectivo realizado por San Giovanni et
al. en el marco de un macroestudio de las enfermedades del ojo relacionadas
con la edad (AREDS), en el que participaron 1.837 personas con moderado a
alto riesgo de padecer degeneración macular. El estudio se
desarrolló desde 1992 a 2005, recopilándose datos sobre la ingesta de ácidos
grasos Omega 3 y realizándose pruebas del fondo de ojo para evaluar la
posible asociación entre la ingesta de estos ácidos grasos y la posibilidad
de desarrollar atrofia geográfica central (CGA) y DMAE. Los resultados
obtenidos señalan que las personas que mantuvieron un mayor consumo de Omega
3 (0,11% de la ingesta energética total) fueron un 30% menos propensos
a desarrollar CGA y DMAE.
En otro estudio, publicado en mayo de 2011, Appleby et
al. investigaron la asociación entre la dieta y el riesgo de cataratas en una
población de 26.670 participantes no diabéticos y ≥ 40 años, con una amplia
gama de dietas, incluyendo vegetarianos. Comparando los distintos tipos de
dieta con la de mayor consumo de carne (≥ 100 g/día) resultó que se daba una
disminución progresiva del riesgo de cataratas si la dieta era de:
- consumo moderado de carne (50 a 99 g/día): 0,96 (0,84
a 1,11);
- menor consumo de carne (< 50 g /día): 0,85 (0,72 a
0,99);
- mayor consumo de pescado: 0,79 (0,65 a 0,97);
- dieta vegetariana: 0,70 (0,58 a 0,84);
- dieta vegana: 0,60 (0,38, 0,96).
(p <0,001 para la heterogeneidad)
La suplementación con
antioxidantes y su papel.
El conocimiento sobre el papel de los nutrientes en la
salud ocular y en la posible prevención de las alteraciones oculares ha
justificado la utilización de suplementos vitamínicos, en especial vitamina E
y betacarotenos, como forma de retrasar la oxidación de la retina y el
cristalino. Sin embargo, recientes publicaciones científicas han puesto en
duda la utilidad de una suplementación con antioxidantes en el tratamiento
preventivo de la DMAE y las cataratas.
En el 2006 la FDA (Food and Drug Administration),
basándose en una revisión realizada por Trumbo et al. ,
concluyó que no había ninguna evidencia creíble para apoyar una declaración
de propiedades saludables de la ingesta de luteína y zeaxantina y el riesgo
de DMAE o las cataratas.
Y más recientemente, en este año, Cochrane ha publicado
una revisión realizada por Evans et al. sobre la
relación entre una dieta rica en vitaminas antioxidantes (carotenoides,
vitamina E y C) y minerales (selenio y zinc) y la reducción de la propensión
a padecer DMAE. En el transcurso del estudio, se analizaron cuatro grandes
ensayos controlados aleatorios (ECA) que incluían a 62.250 personas de Australia,
Finlancia y EE UU. Se investigaron sobre todo los efectos de la
suplementación con vitamina E y betacarotenos.
La conclusión más destacada resultado es que no existe
evidencia suficiente que haga suponer una correspondencia clara entre la suplementación
con vitamina E y betacarotenos y la prevención de la DMAE, si bien eran de gran ayuda metabólica para enlentecer el proceso y estabilizar el crecimiento de las drusas paramaculares. Además,
en la revisión se llama la atención sobre el uso de ciertos suplementos
vitamínicos y sus posibles efectos nocivos, ya que se sabe que un exceso de
antioxidantes puede tener efectos paradójicos pro-oxidantes.
Se conoce que la dieta inadecuada es un factor de riesgo
modificable que puede promover el desarrollo de las patologías de la visión.
Sin embargo, una dieta en la que se asegure el consumo regular de alimentos
ricos en los nutrientes relacionados con la retina y el cristalino
(vegetales, huevo y pescados grasos), podría proteger contra los procesos
oxidativos asociados a la edad.
|
viernes, 19 de diciembre de 2014
TU DIETA PARA LA SALUD OCULAR
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario