El envejecimiento debe ser saludable, con información y consejos para promover la salud visual en personas mayores. Así lo entendemos.
Una de ellas, la DMAE, Degeneración Macular Asociada a la Edad, es una disfunción que se observa cada vez con más frecuencia en las consultas del especialista de oftalmología. No es una enfermedad nueva sino una vieja conocida que antes recibía el nombre de degeneración macular senil, y se cambió “senil” por asociada a la edad por razones de peso: en primer lugar, cada vez se diagnostica en personas más jóvenes, y en segundo lugar porque el concepto de senectud es muy difícil de datar, la esperanza de vida va en aumento y la salud de las personas mayores ha mejorado.
La
medicina cada vez avanza más rápido, los investigadores no se detienen. Cada
día conocemos mejor cómo funciona el cuerpo humano, las técnicas diagnósticas,
y los tratamientos siguen mejorando. En uno de los temas que en los últimos
años se ha avanzado es en el del diagnóstico y tratamiento de la DMAE.
La
mácula es la parte más sensible de la retina, la encargada de la visión central
y de la visión de los detalles. Cuando leemos, enhebramos una aguja, observamos
las facciones de nuestro interlocutor, la imagen se proyecta sobre la mácula.
En ella se encuentran concentrados los conos, células especializadas en la
visión de los colores (recordemos que en la retina existen los conos y los
bastones, estos últimos principalmente sensibles en condiciones de poca luz,
podríamos decir que ven en blanco y negro). La retina está formada por 10 capas
de células, las dos más externas y las que realmente son las encargadas de la
visión, que son la capa del epitelio pigmentario de la retina, donde se
reflejan las imágenes, y la capa de conos y bastones, que son las encargadas de
captar las imágenes y enviarlas al cerebro para su interpretación.
En
la DMAE se produce una desestructuración de la retina que afecta a la mácula.
Hoy día se clasifica en dos grandes grupos, la DMAE seca y la DMAE húmeda. En
la primera, el trastorno se da, principalmente, por una atrofia del epitelio
pigmentario de la retina. En la segunda, la alteración se produce por la
aparición de la llamada membrana neovascular subretinal, MNVSR, que consiste en
la formación de una membrana con vasos sanguíneos que provoca la aparición de
edema (inflamación) y de quistes. Todas estas alteraciones se observan
satisfactoriamente en la OCT.
La DMAE seca no tiene ningún tipo de tratamiento en la actualidad pero aparece y se desarrolla lentamente. La forma húmeda puede aparecer de repente y evoluciona más rápidamente, con grandes pérdidas de visión.
El
tratamiento de la forma húmeda se basa en inyecciones intravítreas de
medicamentos llamados antiangiogénicos, medicación utilizada en ciertos tumores
cancerosos que lo que hacen es destruir y evitar el aumento de las MNVSR. No es
un tratamiento de una sola dosis; dependiendo del resultado obtenido se deben
poner varias inyecciones mensuales hasta conseguir una mejora. Su aplicación es
ambulatoria con anestesia tópica, gotas, y se realiza, por higiene y
esterilidad, en quirófano.
Como
ya hemos comentado, la tecnología actual nos permite poder hacer un diagnóstico
y seguimiento muy acertado. Aparte de la observación directa en el gabinete de
oftalmología, hoy día tenemos en Estepona, la OCT, tomografía de coherencia
óptica, que ofrece una imagen muy real de cómo está estructuralmente la retina;
es la prueba reina para el diagnóstico y seguimiento de la patología. También
utilizamos la angiografía fluoresceínica, que consiste en una inyección de
fluoresceína en vena y observar su circulación por los vasos sanguíneos de la
retina.
Tras
varios años asistiendo, observando y estudiando esta enfermedad, a través de la
OCT, obtenemos algunas conclusiones válidas para cada paciente en particular. Es
preciso, en la mayoría de los casos, obtener una calidad de vida más sana.
¿Qué
síntomas provocan la DMAE? Básicamente, la pérdida de la visión central, es
decir, observamos una mancha oscura en el centro de la visión que nos impide
poder visualizar los detalles: no podemos leer ni ver las facciones de las
personas. Al principio, y esto es muy importante, la DMAE provoca imágenes
distorsionadas. Una forma de poder detectar precozmente la enfermedad es la
auto-observación. Las líneas rectas se ven distorsionadas o faltan trozos. En la
gabinete usamos el test de Amsler: consiste en fijarse en una cuadrícula con un
punto central, observar el punto y notar si hay trazos ondulantes o que no son
continuos. Se puede hacer con una hoja cuadriculada de cualquier libreta:
marcamos un punto en el centro del papel, lo observamos y si hay alteraciones
como las descritas, se debe consultar urgentemente al oftalmólogo.
El diagnóstico precoz es fundamental para evitar que la enfermedad progrese y conseguir que el pronóstico sea más alentador. Los controles, con la frecuencia particular que se estime, con una OCT, y a veces una AFG, son básicos y necesarios.
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