Mediante esta
técnica se puede determinar el riesgo de empeoramiento clínico.
Un estudio liderado por investigadores del IDIBAPS demuestra la validez de la tomografía de coherencia óptica (OCT), una técnica de diagnóstico por la imagen muy utilizada en
oftalmología, para hacer un seguimiento de los pacientes con Esclerosis Múltiple (EM). El análisis de la retina mediante esta técnica permite determinar el
riesgo de empeoramiento clínico de los pacientes. El artículo, publicado en la
revista The Lancet Neurology, lo coordinan el Dr. Pablo Villoslada, jefe del grupo IDIBAPS Patogenética y nuevas terapias en Esclerosis
Múltiple, y la Dra.
Elena H. Martínez-Lapiscina, investigadora del
mismo grupo y responsable del Laboratorio de la Vía Visual. En este estudio han
participado investigadores de centros de España, Italia, Francia, Alemania,
República Checa, Holanda, Canadá y Estados Unidos.
La Esclerosis Múltiple (EM) es una enfermedad que tiene una evolución impredecible, por lo que los
pacientes deben de ser seguidos en consultas para ofrecer la mejor alternativa
de tratamiento. Encontrar marcadores por la imagen para predecir su evolución
mejoraría el manejo de los pacientes. La mayor parte de las personas con EM
tienen en la retina signos de inflamación y neurodegeneración. La tomografía de
coherencia óptica es una técnica láser de análisis por la imagen muy
reproducible y con una resolución muy alta que permite ver cosas 1.000 veces más
pequeñas que 1 milímetro y determinar la integridad de la retina.
En el estudio publicado en The Lancet Neurology, los investigadores han incluido a 879 pacientes con EM de centros de
todo el mundo para valorar si la OCT es una técnica útil para seguir el curso
de la enfermedad. Mediante esta técnica han medido el grosor de la retina en
los pacientes a lo largo del tiempo, con un seguimiento de entre medio año y 5
años. Han establecido que por debajo de un determinado grosor de retina, 88
micras, los pacientes tienen una peor evolución de su enfermedad.
Así, aquellos pacientes con un grosor de la
retina inferior a esta cifra tienen el doble de riesgo de empeorar entre el año
y los 3 años, riesgo que se cuadruplica entre los 3 y 5 años. La OCT sirve para
monitorizar la progresión de la enfermedad y, dado que es una técnica menos
costosa y más sencilla que otras que se utilizan de forma habitual, como la
resonancia magnética, puede ser útil para hacer un seguimiento de rutina de los
pacientes. “No es que sustituya
a la resonancia magnética, pero nos permite realizar la prueba cuando el
paciente viene a consulta cada 6 meses para hacer su visita de control”.
“Gracias a la gran
resolución de la técnica podemos medir cambios minúsculos que con otras
técnicas son imposibles de ver. La idea es poder incorporar esta técnica, que
se utiliza de rutina en oftalmología, a la práctica asistencial en neurología.
Se podría aplicar, además, a enfermedades como el Alzheimer, el Parkinson o el
traumatismo cerebral”, explica el
Dr. Pablo Villoslada. Además, “nuestro grupo está trabajando en el desarrollo de nuevas
tecnologías para monitorizar la retina y monitorizar enfermedades neurológicas
basadas en la electrofisiología o la imagen molecular láser, que permitiría
observar los cambios a lo largo de la enfermedad de una forma precoz”, concluye. Para ello se colabora con grupos del Instituto de Ciencias
Fotónicas (ICFO) y con el Instituto de Investigación en Energía de Cataluña
(IREC).
Ya usamos la OCT con este fin paralelo, desde
hace unos años.
OFTALMÓLOGO ESTEPONA
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