Freeman: «Los nuevos fármacos de la retina son un milagro»
Los nuevos medicamentos destinados a evitar problemas de retina «son un milagro», sentenció hace unas semanas, el oftalmólogo estadounidense William Freeman.
Especialista en retina, Freeman destaca la aportación de los fármacos antiangiogénicos, que se utilizan en la oftalmología desde hace unos cinco años. Estos productos inhiben los vasos que se crean en los tumores y los nuevos vasos creados en el ojo. A juicio del oftalmólogo estadounidense, estos medicamentos suponen «uno de los mayores avances en cuanto a eficacia» en el tratamiento de enfermedades en su especialidad. «No sólo sirven para curar, también previenen de posibles cegueras centrales» «Es el único producto que ha mejorado los problemas visuales en pacientes», añadió.
Otro de los avances destacados por el doctor Freeman se refiere a la técnica del tratamiento. «Es muy importante el desarrollo de la monitorización, que permite al oftalmólogo saber exactamente la cantidad de medicamento que tiene que utilizar, a través de una visión bastante amplia del ojo», indicó. Además, la operación se lleva a cabo con instrumentos más pequeños y precisos. «Esto es muy bueno porque se reducen los costes». Ya no es necesario que el paciente permanezca ingresado, pues ahora es una cirugía ambulatoria. «El paciente no siente dolor. Es una operación, para él, muy sencilla. Esto hace que el paciente salga feliz de la clínica».
En cuanto a los nuevos avances que pueden producirse en un futuro cercano, el estadounidense está desarrollando la manera de prolongar los efectos de los fármacos antiagiogénicos. «El paciente tiene que acudir cada pocos días a la clínica a tratarse. Estamos intentando alargar el tiempo alrededor de cuatro semanas», explicó Freeman. «Si un paciente no se trata debidamente, puede sufrir un empeoramiento de la visión».
Otro factor determinante en el tratamiento es el mapa genético del paciente. En un futuro próximo, se analizarán los genes de cada paciente para aplicar el tratamiento correspondiente. «Cada persona tiene unos genes distintos, lo que significa que cada persona que necesite este tratamiento precisa de una terapia diferente. Tratamos de individualizar a cada paciente», indicó William Freeman.
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